Historia del Carnaval de Castillejos

De los carnavales castillejeros, podemos hacer historia desde antes de los tiempos del Directorio Militar del General don Miguel Primo de Rivera, tiempos aquellos en que la fiesta del carnaval era una de las principales manifestaciones populares, marcada, sobre todo, con un claro matiz político y de crítica social.

En aquella ya lejana década de los años veinte, fueron varias las agrupaciones (comparsas y murgas) que recorrieron las calles, llevando de casa en casa (tan sólo no se cantaba en aquellas que estaban de luto), de tasca en tasca, “entre copillas de aguardiente y de vino peleón”, recogiendo las perrillas que les daban los oyentes, sus letrillas con temas, generalmente referidos a Castillejos, “a quien echaban sus mejores requiebros”, a la política, al paro, a las luchas en África... y por las que hoy en día podemos conocer una gran cantidad de la historia de nuestro pueblo, de nuestra provincia y hasta de nuestra nación.

Como ejemplo, podemos citar aquella comparsa que llevaba por título “La Zaragozana”, que recorrería las calles en el carnaval del 1.924, y que, bajo el disfraz de baturro aragonés, se presentaba ante sus vecinos con estas estrofas: 


La comparsa Zaragozana,/ como a casa preferente, 
viene a ofrecer sus respetos/ al alcalde presidente. 
A suplicarle permiso/ para recorrer las calles 
y alegrar los corazones/ de este vecindario amable. 
Una vez ya recibido/ nos disponemos a cantar 
y pasar muy divertidos/ el presente carnaval. 


Otra letrilla de la misma agrupación nos recuerda la grandeza industrial de Castillejos con estos versos: 


Castillejos, tú que fuiste/ preciosa villa industrial, 
¿qué te pasa que no puedes/ tu gloria reconquistar? 
Despierta de este letargo/ poniéndote a trabajar, 
verás que pronto consigues/ el bien y la prosperidad. 


¿Y qué decir de ésta de la “Estudiantina torera” (1.917) 


Villa de los Castillejos,/ un día tan floreciente, 
recuerdos de tiempos viejos/ afluyen a nuestra mente. 
¿Dónde tus telares fueron/ donde el paño se tejía? 
Por desgracia ¿qué se hicieron/ de tus batanes un día? 
¿Dónde fueron tus talleres/ de sombreros y de botones 
en los que hombres y mujeres, ay,/ ganaban sendos doblones? 
Todo por nuestra desgracia/ ha pasado ya a la historia, 
y de aquel tiempo de gracia/ sólo queda la memoria... 


Del mismo tema se hace eco esta coplilla de la comparsa “Le Fígaro”: 


Castillejos primoroso/ ya tu nombre está olvidado, 
un tiempo tan industrioso,/ tan rico, tan admirado. 
Hoy tu gloria decaída/ triste en el suelo agoniza 
Y de tu industria florida/ sólo quedan las cenizas... 

El sentimiento patrio que embargaba a España en tiempos de la Dictadura Militar de Primo de Rivera queda latente en estas estrofas de la “Comparsa Aragonesa La Zaragozana”: 


Flota al viento desplegada/ nuestra querida bandera, 
sudario que hará sagrada/ a la Patria cuando muera. 
Lienzo donde está esculpida/ de veinte siglos la historia, 
cada letra, es una vida;/ cada renglón, una gloria. 
Españoles que sentís/ latir el pecho de amores, 
arrodillaos y venid/ ante sus santos colores. 


En otra letrilla que entonaban “Los murguistas cocineros”, en el carnaval de 1.928, se criticaba el olvido en que iba quedando nuestra localidad: 


Esta viejecita villa,/ situada en la Solana, 
tuvo un tiempo muy feliz,/ fue hermosa, fresca y lozana. 
Sus industrias tuvo nombre/ en el mercado español, 
fuente que dio pura agua/ al sediento, y sin amor. 
Vieja ya y muy arrugada/ y con larguísima edad, 
los ingratos de sus hijos/ no le tienen ni hospital. 
Y llevada a la miseria,/ sin propiedad ni ganados, 
no tiene un castillejero/ la coloque en lo más alto. 

Ya en los años treinta, rigiendo la Segunda República los destinos de nuestro país, nos encontramos, entre otras muchas, a otra comparsa, que habría de llenar al pueblo con el son de sus alegres tanguillos: era la agrupación que llevaba por nombre el de “Comparsa toreros”, que lucieron sus trajes de luces en el carnaval de 1.933. Cantaban, orgullosos, coplillas como ésta: 

Orgullosos nos sentimos/ este año al saludar 
a los amables vecinos./ En el carnaval presente 
hemos resuelto cantar./ Y si el ilustre auditorio 
nos concede su atención,/ dispuestos nos encontramos 
a empezar nuestra canción.


El paro ha sido tema de especial atención a través de los tiempos y muy utilizado por los letristas de temas carnavaleros. Como ejemplo, valgan estas estrofas: 


Que la miseria y el hambre/ llevan del pobre al hogar. 
Y hoy con sincero dolor/ vemos a la patria amada 
por las crisis del trabajo/ tristemente postergada. 
Pues la suicida abstención,/ en que se halla el capital, 
fatalmente nos conduce/ a la quiebra nacional. 


O estas otras de la comparsa “Los Prusianos” (que un día a mí mi padre me cantara): 


Yo oí decir a un obrero,/ echando una maldición, 
o los hombres son de bronces/ o ya no nacen con corazón. 
Trabajo procuro,/ nadie me lo da, 
mis hijos perecen;/ tendré que robar. 
Porque robar no es delito,/ cuando los grandes robando están 
y si ellos roban por lujo,/ yo robaré por necesidad. 
Que cuando la bestia muerde,/ porque acosada se ha de ver, 
y el que roba pan pa sus hijos/ mayor delito no ha de tener. 

En todas las épocas, el Carnaval ha sido ocasión de críticas políticas al gobierno...”al que normalmente iban dirigidas las flechas de la ironía popular”. Un ejemplo son estos versos que dicen así: 


España, rica nación,/ marchita y pisoteada, 
algún día fuiste flor/ por todo el mundo envidiada. 
Hoy, de tu pobre esqueleto,/ el mundo entero se mofa. 
Es vergonzoso pensar/ que fuiste la más hermosa. 
La culpa, Patria querida,/ de todo tu malestar, 
la han tenido tus gobiernos/ por no saber gobernar. 
Si volvieran a la vida/ los que por ti, con amor, 
sacrificaron su ser,/ se morirían de dolor. 
Mientras que hombres con talento 
por ti se sacrificaban,/ todo tu honor lo vendían 
otros bandidos canallas. 


Y así podríamos seguir citando letrillas de otras agrupaciones, como fueron aquellas de “Los Murguistas Cocineros”, “Los Generales Prusianos”, “Los del Flyc”, “Los Pintores”, “Los Nevados”, “Los Frijoles de Carilla”,”Las Moritas”... que entre los años veinte y treinta llenaron de color las calles de nuestro pueblo. 


Pero llegó, años después, el lapsus de nuestra fratricida guerra civil, y tras ella, la prohibición de las manifestaciones carnavaleras, por lo que durante casi una cincuentena de años estas celebraciones desaparecieron del calendario festivo, aunque, a decir verdad, jamás desaparecieron del todo, ya que desde San Sebastián, hasta la Cuaresma, las divertidas y a veces “atrevidas mascarillas” aparecían cada año, con algo de temor por las posibles multas, sufriendo las persecuciones de los encargados del orden público (que tampoco ponían demasiado celo en su misión de amonestar y apresar), y dejaban sentir su presencia en las calles. 

Una ropa vieja, el hombre de mujer, la mujer de hombre... casi furtivamente, paseaban su palmito carnavalesco por Castillejos, aunque de una forma anacrónica y desorganizada. 


Allá, por los sesenta,/ no teníamos carnavales, 
porque estaban prohibidos/ los disfraces en las calles. 
Pero el pueblo no quería, no,/ que la fiesta se olvidase. 
Y así los niños salían,/ sin que nada les importase, 
utilizando las ropas/ de sus padres y de sus madres. 
Y es que el pueblo no quería, no,/ que la fiesta se olvidase. 


Se siguieron rompiendo “las piñatas”, llegándose hasta colocarse siete piñatas algunos años, derrochándose por doquier gran cantidad de cántaros, purrones y otras diversas vasijas de barro, que corrían de una mano a otra hasta que, en un error “involuntario” o premeditado, caían al suelo donde se hacían añicos ante el desenfado y el jolgorio general. 

Y llegamos al año 1.985. Podemos considerarlo como un año de partida a una meta anhelada y tantos años esperada: recobrar para el pueblo las fiestas del carnaval. Algunos grupos empiezan a salir, abanderados por los niños del colegio San Matías, que realizan, después de tanto tiempo, su primera fiesta de carnaval. Por la noche, casi sin darse cuenta y a pesar del frío, empiezan a salir a la calle mascarillas y más mascarillas; los locales de baile organizan sus primeros concursos de disfraces... es el pistoletazo de partida. 


Y así, con esta casi imperceptible base, en el siguiente año, 1.986, el Ayuntamiento acuerda crear la “Comisión pro Carnaval”, integrada por el propio Ayuntamiento, la “Peña Flamenca Artillerito”, representantes de las dos agrupaciones que habían de participar en aquel año, “Los Proletarios” y “Los Cazadores Furtivos”, y diversos jóvenes de la localidad. A ello se referían “Los Cazadores Furtivos” en esta letrilla: 

Después de esta cuarentena/ de años sin carnavales, 
estos murguistas presentes/ los queremos recobrar. 
Y los viejos de mi pueblo/ aún pueden recordar 
las murgas de aquellos años/ famosas y bien plantás. 


La respuesta del pueblo en aquella ocasión, si no unánime, sí que lo fue importante, y podemos afirmar, que decisiva, ya que sirvió como arranque para futuras organizaciones. 
Hubo desfile infantil y las dos agrupaciones, pioneras en participar activamente y cara al público, interpretaron sus cancioncillas en la Pista Azul. 

Desde entonces el carnaval castillejero ha ido evolucionando, perfeccionándose, unas veces con más éxito, otras con menor esplendor. 

Y desde aquel ya lejano año se han ido sucediendo agrupaciones como: 


“Los árabes de Oriente Medio” y “Los piratas”, en 1.987. 


“Los bandoleros de la Sierra Abuela”, ”Presidiarios”, “Los mendigos”, “Con las manos en la masa” y “Burladero 11”, en 1.988. 


“La Santa María, la Niña y la Pinta que traemos”, “Esto tiene truco”, “Al fuego, magro y pejes”, “Todos para uno, uno para todos”, “Locos por casolidad” y “Los estudiantes”, en 1.989 
“Aunque maniseros, el pata negra primero”, “Errantes por la vida”, “Los bichos raros”, “Tres brochazos p’acá, cuatro o cinco p’allá”, “Los franceses”, “El capitán Trueno y el Jabato”, en 1.990 


“Cuando llega la noche”, “Los cojonúos”, “Lo de atrás p’alante”, “El de la gorra que corra y mariquita el último”, “Los muñecos del Seven-ut”, “Made in USA” y “Las bailarinas más hermosas”, en 1.991. 


“1ª línea de fuego del cuerpo expedicionario ayesquerado”, “Si la agito, se me sube”, “Al séptimo descansó” y “El tribunal”, en 1.992. 


“La revolución”, “Babú... nene si tiere a la tata”, “Al compás del saxofón” y “La cosa está joía” ,en 1.993 

“¿Zapes tú lo que Zipi yo?”, “Y seguimos con el cuento”, “Los rapperos ”y “El bueno, el feo, el malo y los estrordinarios” ,en 1.994. 

“Zapatero a tus zapatos”, “Noche de ronda”, “Y vamos armaos”, “Los torroncos cuaternarios de las tabernas”, “Los legionarios del Zahara”, en 1.995. 

“Los niños del 27”, “Blanco por fuera, limpios de polvo y paja” y “Vente al guateque”, en el 1.996. 


“No estamos locas...”, “Este año regulares...” y “¿Te da cuen?”, en 1.997. 
“Transmutación genética por bioternología”, “Con la miel en los labios”, “El que pierda paga” y “Mises por un año” ,en 1.998. 


“Sin voto de castidad”, “Club social Villa-Ostias. ¡Joder!”, “Con las copas voy tirando”, “Los hijos secretos de un cura pijo”, en el 1.999. 

“Los romeros empotraos”; “Peón raso tupper W.W. Ware arroba mortadela pico. es”, “Escupidos del cielo”, “Las barbitúricas”, en el 2.000… 


Y muchos más en años sucesivos... 

... además de los niños desde su perspectiva de carnaval infantil, las asociaciones culturales, los grupos organizados y magníficamente ataviados con originales y vistosos disfraces, que, en mayor o menor medida, han llenado las calles de alegría, de música de carnaval y han intentado en estos últimos años que la recuperación del carnaval no haya sido un esfuerzo vano, inútil. 


Y todos cantaron a su pueblo, a su gente, a sus mujeres, a su historia... 
Como ejemplo, vaya este pasodoble que en el carnaval de 1.991 cantaron los componentes de la murga “”El de la gorra que corra”, de la Peña los Canijos: 


Verde jaral / sierra verde 
donde se apaga el sol; 
verde trigal,/ que al amor 
de la besana nació; 
verde solar,/ ¡Castillejos,/ tierra verde de Dios! 
Como un fanal/ que la mar/ reparte el camino 
que lleva a buen fin,/ la blanca cal 
de Castillejos, es puerto,/ descanso y redil. 
¡Blanco fanal! 
Fue Castillejos feudo/ de señoríos. 
Hoy es pueblo del pueblo,/ este pueblo mío. 
En sus mujeres,/ dibuja en lienzo limpio 
la Primavera,/ las flores de mi tierra andevaleña. 
Y sus niñas mocitas,/ murta y romero, 
son pinceles de tallas../ ¡qué pintureros! 
¡Labios de fuego: 
besos que besan niñas / de Castillejos! 
Y tiene mi pueblo un Alba,/ la Piedrecita Morena; 
y tiene mi pueblo un Alba,/ y el Alba del día llega 
cada día hasta sus plantas/ a coger luz pa mi tierra. 
¡Lindo cairel! 
Mi pasodoble/ cuando canto a mi tierra, 
me suena a pobre./ Mi pueblo entero 
quisiera que cantara/ a Castillejos. 

O este otro interpretado por la comparsa “Al compás del saxofón” en el año 1993: 


...En un rinconcito de mi Andalucía/ se encuentra la tierra donde yo nací. 
En sus casas blancas yo vine a la vida/ En mi pueblecito yo quiero morir. 
Posee el embrujo de lindas mujeres:/ son como amapolas en verde trigal. 
Sus hombres valientes tienen la nobleza/ del alma sencilla que sabe luchar. 
A mi pueblo, Castillejos,/ le dedico esta canción. 
Lleva en sus notas un ¡te quiero!/ que sale del corazón. 
A mi pueblo, Castillejos,/ hoy le canto mi canción. 
Quiero ser su pregonero,/ que se entere el mundo entero; 
-“Castillejero soy yo” 

En un bonito pasodoble, la murga “Burladero 11”, de la Peña Rayá, hacía en 1.988 este homenaje a los carnavaleros: 

No sé que hubiera sido/ sin proletarios, ni cazadores, 
sin moros y sin piratas,/ y sin toreros el carnaval. 
¿Quién llevaba a la gente/ por medio de las calles, 
toas loquitas bailando/ y disfrutando del carnaval? 
La murga, con sus canciones,/ va llenando las calles y plazas 
con mágicos sones;/ la murga, con sus murguistas, 
aguerridos caballeros,/ paladines de justicias; 
la murga, la murga canta,/ con un coro de mágicas voces 
y rotas gargantas.. 
Y esto es un homenaje/ a las murgas de todos los tiempos; 
a esos hombres de grandes talentos/ 
y a to aquel que se pone un disfraz, 
y a to er mundo que hace posible/ la fiesta del carnaval. 

Destacada ha sido también, a través de los años, la labor de los pregoneros encargados de exaltar las fiestas carnavalescas. Ellos y ellas han dado cada mes de febrero el pistoletazo de partida. 
Como muestra de los pregones habidos, vaya el primero de todos ellos, el del año 1.987, que nos brindó la pregonera María José Rastrojo Domínguez: 

¿Buenas noches , señores!/ ¡Buenas noches, señoras! 
¡Niños, niñas, abuelos!/ ¡Carnavaleros todos, 
amantes de esta fiesta,/ fiesta de la alegría, 
del desenfado,/ de la ilusión! 
Fiesta, en las que penas y desventuras/ huyen del corazón, 
temerosas de ser tragadas en las olas del bullicio,/ del baile, 
del reír gozoso,/ que brotan,/ aún sin quererlo, 
como brota una fuente de aguas cristalinas, 
o los sones armoniosos de una dulce canción; 
canción satírica a veces,/ que, mitad en serio, mitad en broma, 
pone al descubierto / lo bueno,/ lo limpio,/ lo malo,/ lo sucio, 
o aquello que, a disgusto, criticamos en alguna ocasión. 
¡Carnaval!,/ estamos en carnaval, 
el carnaval de la gente que, sanamente, sabe disfrutar. 
¡Carnaval!,/ estamos en carnaval; 
y tras un disfraz,/ tras una simple careta, 
ocultamos por un día,/ por unas horas tan sólo, 
el mal humor,/ la sonrisa forzada, 
para convertirlos,/ por arte y magia de un simple disfraz, 
en sonrisa abierta,/ sonrisa cordial,/ abrazo fraterno. 
¡Qué bonito,/ qué bonito, 
si cada día del año fuese,/ en Castillejos,/ un puro carnaval!. 
¡Qué bonito/ qué bonito, 
si a cada momento malo de nuestra vida,/ pudiésemos ponerle 
una careta de payaso,/ un antifaz de arlequín,/ una piel de alegría. 
Y hoy, en Castillejos,/ ¡es carnaval! 
dentro de unos momentos,/ “Los piratas”, 
“Los árabes de Oriente Medio”,/ saldrán aquí, 
a este escenario engalanado para vosotros,/ carnavaleros todos, 
y con sus mejores deseos 
echando en unos minutos el sacrificio de muchos días, 
esperando,/ como recompensa,/ vuestros calurosos aplausos. 
Porque, para ellos,/ el premio es lo de menos. 
Porque, para ellos,/ lo importante es la participación. 
Porque, para ellos,/ lo que importa es que cada uno participemos. 
Precisamente por eso,/ la gran participación del año pasado 
nos ha animado a organizar el Carnaval 87. 
Y la Comisión Organizadora quiere que, 
con vuestra total participación, 
el Carnaval 88 supere lo hasta ahora alcanzado. 
Que podamos contar,/ para el año próximo, 
con nuestro peculiar pregón. 
Que una bonita reina,/ “reine” en nuestro carnaval; 
que, en definitiva,/ y somos ambiciosos, 
el carnaval de Castillejos vuelva a ser 
aquel gran “carnaval” que conocieron nuestros abuelos. 
Y ya, sin más preámbulos,/ vamos a pasar a lo que, 
esta noche de carnaval,/ de nuestro carnaval de Castillejos, 
carnaval que no debemos comparar con otros, 
carnaval que no es mejor, ni peor,/ tan sólo es diferente, 
pasamos... a lo que estamos esperando: 
“El Primer Concurso de Murgas Locales” 
¡Que todos lo disfrutemos!/ ¡Que todos lo vivamos! 
¡Que todos lo sintamos!/ Porque.../ ¡señoras, señores, 
niños, niñas, abuelos.../ “ESTO ES CARNAVAL! 

Esperemos que la labor sea continuada, y si es posible mejorada, por las generaciones venideras. 

Escrita por Miguel Gómez González

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