Hubo años incluso en la que no salió ninguna agrupación y otros, más recientes, en los que sólo una de ellas tuvo el coraje de luchar por que esta tradición no muera (dos, si contamos con el cuarteto de Israel, Joselito, Josemi, Gascoin, Sergio…y colaboradores). Desde estas líneas agradecer personalmente a Los Palizas por seguir en la brecha, con gente nueva, pero con su mismo estilo particular de siempre. Cuando todos abandonan el barco, sólo los más esperanzados no arrojan la toalla y siguen pensando que el esfuerzo merece la pena.
¿A dónde quiero llegar con todo esto? Hace unos días tuvimos una reunión de la Asamblea de nuestra Asociación (a la que fue muy poquita gente, por cierto) y entre los puntos tratados estaba el de crear una Escuela de Carnaval. Algunos de los asistentes se preguntaron el por qué de ese tema e incluso comentaron que antes de ofertar nada de esto, habría que ver si hay gente interesada.
Esto me hizo reflexionar y bueno, algo de razón no le falta. Aunque yo soy de los que piensan que el razonamiento debe ser el contrario: ¿Se puede ofertar una Escuela de Carnaval? Si es viable y posible, el siguiente paso sería buscar a personas interesadas en realizar los cursos. Pasa con otras cosas de nuestro pueblo. Pienso que si no se plantearan (pensando en que no tienen demanda) nunca se harían. La realidad demuestra que muchas de estas cosas al final acaban teniendo éxito.
Aunque volviendo al tema que nos ocupa, lo que nos debe importar es el bien de nuestra Fiesta, de nuestro Viernes de Carnaval. Es indudable que a día de hoy no hay un relevo generacional y tras retirarse los más veteranos, no ha habido una continuación por parte de la cantera como debería haberse producido.
Incluso a la única agrupación que nos queda le cuesta bastante hacerse con los instrumentistas necesarios, lo cual me lleva a hacerme la siguiente pregunta: ¿De verdad que nos podemos permitir el lujo de mirar para otro lado y no hacer nada al respecto?
Para mí la solución “natural” sería crear un espacio (en el pasado reclamado ante el Ayuntamiento por algunos colectivos) en dónde las personas interesadas pudieran aprender el “arte” del Carnaval, para que así se empaparan del espíritu carnavalesco y en un futuro pudieran montar su propia agrupación o participar en las existentes.
Creo firmemente que sin personas jóvenes que tomen el testigo y sin personas con más experiencia que enseñen sus saberes, el fin de la murga está más cerca.
Si por alguna razón decidimos crear la Asociación, fue precisamente para luchar por este tipo de proyectos, que serían imposibles de realizar sin esta fuerza de grupo.
Pienso que al menos merece la pena intentarlo, aunque luego fracase. Al menos no podrán echarnos en cara “nuestros hijos” que no hicimos nada para salvar a nuestras tradicionales murgas.
Termino el artículo con la pregunta que encabeza este artículo: ¿Es necesaria una Escuela de Carnaval en nuestro pueblo?
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